martes, julio 15, 2008

Un recuerdo perdido en una flor


Estoy aquí, parada sobre un árbol al que de chica solía visitar, aquel que por primera vez conocí a mi mejor amigo, un pequeño güerito que sin pensarlo buscaba la tranquilidad del ejido, igual que yo.
Ese día no me dijo nada, solo me sonrió… y quieto, de reojo, observó que yo cortaba un diente de león y soplaba…
A su lado, estaban unos hongos que la lluvia días atrás había dejado… el sol penetraba algunas ramas de ese árbol que nos ofrecía sombra, el ticui cantaba muy cerca que hasta pudimos observar su despeje hasta perderlo con el sol.

Levanté mi toallita y me subí a mi bicicleta, el solo suspiró que en otra ocasión, llamaría mi atención…

Al dia siguiente, mucha flores habían brotado ya de los pastizales en donde los ejidatarios no esperaban sus sembradíos… me encantaba arrancar diferentes flores, sin dejar pasar aquellos pinos de una delicada hierba mala que le decían en el pueblo… a lo que en mi lugar les llamamos aguates…

Dispuesta a recortar muchas flores para llevarle a mi abuelita, de nuevo ese niño aparecía con su bicicleta y una mochila pequeña en su espalda… por dentro, sabia que ese niño quería hablar conmigo, pero tenia tanta pena que tiré un pedazo de raíz que se vino con una flor… y el viento le penetro a su ojo tierra… me disculpé y salí corriendo del lugar, esta vez dejando las flores que había arrancado y en cuanto reincorporó su mirada hacia mi, siguió mi camino alcanzándome en una curva y me pregunto:

- Porque te fuiste? Estoy bien…
- Disculpa… no quise hacer eso a propósito…(sentí pena)
- Me llamo Kevin… acabo de llegar aquí, donde vives?

Y la platica se extendió hasta ver el atardecer… cortando dientes de león, girasoles y rosas de algunas casas que tenían vistosas sus flores, unas cuantas asustadas de perros que salían de sorpresa entre las jardineras…

En los siguientes días que salíamos a dar un paseo por el ejido con nuestras bicicletas y mochilas con un lunch, visitamos casas muy humildes en las que muchos niños al vernos sabían que veníamos de praderas… julia y su hermano que aun no recuerdo su nombre, me regalaron una tortuga que por ahí sacaron de algún arroyo… fue muy divertido que en mis 9 años tenia la libertad de perderme por lugares que no eran los que yo acostumbraba a andar… lejos del mar, de olas y un sol humedeciendo mi piel.
Todo era diferente, hasta el aire que tanto me encantaba sentir en mi cara cuando de regreso veníamos sin frenos.

Sus padres eran muy atentos y amables conmigo, su padre era suizo y su madre regia, Vivian en monterrey, pero por una razón extraña habían comprado una casa en la zona residencial a donde vivía mi abuelita, yo no contaba con muchos amigos, ni amigas, mas que Kevin, aquellos niños humildes que eran como 5 pero solo recuerdo el nombre de julia que tenia nuestra edad, pero para ir a su casa tardábamos en bici una media hora y un primo de Kevin que era gordito, Rolando. Mis vacaciones mas divertidas he intensas por el temor a explorar y perdernos… nos hacia sentir muy identificados. Nuestra inocencia no limitaba los probables peligros que podíamos enfrentar dos niños solos en lugares que ni mi abuelita imaginaba que yo andaba por allá, ni sus padres.

Pasó un año el cual no pude ir a visitar a mi abuela, pero el iba a visitar a mi abuelita dejándole una flor, jugar con los perros y su familia ya era parte de la mía, pues sus padres ya eran amigos de mi tía y abuela, cuando yo llegaba hablar por teléfono, el estaba ahí visitándola, me dio la noticia de que su mama estaba esperando un bebe y que ya no lo iban a querer igual… platique con el, dejándole ver cuan importante era el para sus padres y que así como habíamos llevado a rolando a conocer el ejido, solo a alguien importante para ambos caminaría con uno de los dos el ejido… y ese seria su hermanito.
Yo escogí llevar a alguien que sobre los caminos que recorría con Kevin, pudiera ser alguien importante para mi… No me equivoqué, fue el inicio de una historia que se escribió con tinta dorada sobre mi libro personal.

Con melancolía vuelvo a sentarme en el árbol en donde lo conocí por primera vez a aquel güerito que nunca olvidaré.
Para el verano en donde cumplíamos 13 años, mi abue me dio la noticia mas desagradable que en ese momento pude recibir… Kevin falleció dejándome sin girasoles mi vida. No quiso decirme mi abuela como fue, ni pude comunicarme con su familia, perdí del mapa a alguien que había marcado mis alegrías con flores y momentos únicos que ya jamás volverán… Ese dolor fue muy mío, jamás quise hablar de el con alguien mas.

Todo lo que algún día visitamos, exploramos y divertimos, ahora esta poblado, muy diferente…
La casa donde el vivía, ya estaba habitado por distintas personas, nada estaba en su lugar… cambiaron esa hoja de mi vida como si no hubiese vivido esos momentos…

Que loca es la vida no?

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